Historia mínima de la literatura española by José-Carlos Mainer

Historia mínima de la literatura española by José-Carlos Mainer

autor:José-Carlos Mainer
La lengua: spa
Format: epub
editor: Turner
publicado: 2014-11-15T00:00:00+00:00


LA CONFIRMACIÓN DEL ROMANTICISMO

Los grandes hitos del romanticismo español tuvieron lugar en el decenio que corre entre 1830 y 1840. El género más precoz fue la novela histórica, de tema preferentemente medieval aunque tampoco faltaran los asuntos de los siglos XVI y XVII y el recuerdo de la guerra contra los franceses o de las conspiraciones antifernandinas. La primera fue Ramiro, conde de Lucena, de Rafael Húmara, expresivamente dedicada por su autor “al sexo amable” y no muy discernible de una larga lista de literatura sentimental, original o traducida, cuya boga empezó en 1780 y que, a la fecha, ocupaba el catálogo del librero valenciano Mariano Cabrerizo, tan decisivo en la afirmación de la moda novelesca. Este fue también el editor de Ramón López Soler, cofundador de El Europeo, cuyo relato Los bandos de Castilla o el caballero del Cisne pretendía “dar a conocer el estilo de Walter Scott y manifestar que la historia de España ofrece pasajes tan bellos y propios para despertar la atención de los lectores como los de Escocia e Inglaterra”, aunque también buscaba reflejar “aquellas pasiones vagas e indefinibles que dando al hombre un sombrío carácter lo impelen hacia la soledad”. A ello se aplicaron, invocando como él “la musa de la sencillez y de la verdad”, otros escritores entre los que estuvieron algunos importantes en otros géneros como Larra ( El doncel de don Enrique el Doliente ), Espronceda ( Sancho Saldaña, el castellano de Cuéllar ) y Martínez de la Rosa ( Doña Isabel de Solís, reina de Granada ), aunque el logro mayor del género fue tardío: Enrique Gil y Carrasco fue amigo de todos ellos y sus nativos paisajes bercianos (y la contemplación de las ruinas que provocó la desamortización de monasterios y casonas), combinados con la lectura de La novia de Lammermoor, de Scott, le inspiraron una novela melancólica, El señor de Bembibre, que trataba del final de la orden templaria y se publicó en el inicio mismo de la década moderada. En ese mismo año, 1844, un liberal perseguido y catedrático de Griego de la universidad de Zaragoza, Braulio Foz, publicó su Vida de Pedro Saputo, natural de Almudévar, hijo de mujer, ojos de vista clara y padre de la agudeza. Sabia naturaleza su maestra, largo título de una novela más divertidamente folclórica que “pintoresca” (palabra que el autor rechazaba con horror en sus páginas), más cervantina que picaresca y toda ella tamizada por un talante cercano al racionalismo ilustrado.

El teatro ofrece fechas más apretadas en la cronología, aunque no quepa considerarlas como ruidosos estrenos de otros tantos Hernani españoles, al modo del de Victor Hugo. La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez de la Rosa, tiene más de tragedia moralizante dieciochesca que de terremoto romántico, como correspondía a un escritor y político que había atemperado en el destierro francés sus pujos liberales de joven diputado en las cortes de Cádiz. Más llamativos fueron los estrenos de Don Álvaro o la fuerza del sino, de Ángel de Saavedra, duque



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